Buenos días, hoy es sábado y tras deleitarme con un desayuno
sencillo pero contundente me he puesto a leer el periódico. Menos mal que ya
había digerido el café con leche, la magdalena de arándanos y el zumo de naranja,
porque hubiera sido una pena arrojarlo (chica, he puesto lo primero que me ha
venido a la mente).
La noticia en cuestión va sobre la caída sufrida por el
viento de la escultura Homenaje a las victimas del terrorismo de José Ripollés
en Castellón. No voy a discutir si se le ha caído a él o a los ingenieros,
tampoco si un año es tiempo suficiente o no para que no se mantenga en pie y
mucho menos en los estragos del calentamiento global en la naturaleza, los
políticos y ciudadanos (esto es otro cantar).
Lo fuerte es que tras dos semana de haber “dialogado”, el
entristecido escultor, con su obra ha decidido dejarla en el suelo porque “así
se lo ha pedido” (la obra). El Ayuntamiento de Castellon ha dicho que na nai de
la China, a lo que el escultor dice que debe quedarse "como había querido la naturaleza", "besando
la tierra".
¡Se puede tener más cara dura!
La semana pasada también me
sorprendió ingratamente la siguiente noticia:
“Calatrava cobró 6 millones de € del gobierno del PSPV por
proyectar la Ciudad de las Ciencias”. Por favor si hay un arquitecto
a la vista que confirme que el coste de un informe, por muy Ciudad de las
Ciencias que sea, se cotiza a tal precio.
En fin amig@s la línea entre la
ética y el deber es muy fina, ya seas arquitecto, escultor, político o
delincuente.
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